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Cambio legislativo
Era 1978 y la España de la Transición se sacudía el tono blanco y negro para ir acomodando su paso a la Europa occidental. Faltaban apenas unas semanas para que la Constitución de la democracia fuera refrendada en las urnas por la ciudadanía y en las pantallas cinematográficas hacía furor “Solos en la madrugada”, una suerte de credo colectivo en el que se veía reflejado medio país. En toda aquella ebullición social, la reforma del Artículo 416 del Código Penal venía a acomodar la norma a una realidad aún agazapada legalizando la Neogynona para uso anticonceptivo.
Aceptación política
En realidad la modificación legal iba varios años por detrás de lo que muchos profesionales de la ginecología y miles de mujeres venían haciendo ya. La llamada “píldora” se había legalizado en la década de los sesenta exclusivamente para tratar ”problemas menstruales”; esta indicación se convirtió en el subterfugio que abría la puerta a la anticoncepción hormonal y, así, en 1977 se habían vendido en España ocho millones de envases de Neogynona, lo que da idea de su utilización como método anticonceptivo. “Hay que dar cobertura y transparencia legal a lo que es normal y habitual a nivel de la calle” dijo Adolfo Suárez para justificar la medida.Símbolo del feminismo
Sin embargo, el camino ni había sido fácil ni lo iba a ser. La lucha por la normalización y legalización de los métodos anticonceptivos hormonales lo era también por la libertad sexual de las mujeres. Como tal, se convirtió en un símbolo del feminismo y fue atacado desde los sectores más conservadores.
Farmacias que se negaban a vender la píldora (y los preservativos), facultativos que se negaban a recetarla y expulsaban de la consulta a las pacientes que la solicitaban, artículos alertando de los males que iba a producir a la Humanidad entera y a las mujeres en particular.
Un discurso larvado, que duró décadas, y que convertía a la anticoncepción hormonal en responsable de buena parte de la patología que podía sufrir una mujer, desde la gastritis al cáncer. Cuarenta años después aquellos temores y las falsedades científicas que los provocaron parecen superadas, si bien la anticoncepción hormonal sigue, en nuestro país, con un uso sustancialmente menor que en el mundo anglosajón.
Investigación y formación
La investigación amplió la oferta y las posibilidades de uso de la anticoncepción hormonal: la aparición de nuevos progestágenos, el ajuste de las dosis, la posibilidad de anticoncepción hormonal para mujeres lactantes (el inicio de los “sólo gestágenos”), las nuevas vías de administración – inyectable, anillo vaginal, DIU hormonal, implante, parche-, la anticoncepción de urgencia… y hoy es posible contar con métodos que se adecuan a las necesidades y demandas de cada mujer. Pese a ello, no podemos dejar de insistir en la necesidad de invertir en formación para mejorar el conocimiento de la salud sexual y el bienestar afectivo sexual, especialmente entre las generaciones más jóvenes que, paradójicamente, cuentan con innumerables canales de información y difusión pero no parece que eso les ayude a consolidar sus conocimientos sobre anticoncepción y el manejo de la misma. Este aniversario podría ser un buen momento, no sólo para celebrar el camino de libertad que supuso la píldora anticonceptiva, sino también para reflexionar, aprender y mejorar lo que hacemos.